jueves, 31 de enero de 2008

Iruya



Me miró. Sonreía.

Yo estaba sentada en la escalera de la casa de Petrona.

Ella estaba con alguien: entraba y salía cargando mantas, aguayos.

Me miró otra vez. Cruzó las manos sobre el escalón.

Le sonreí y se puso seria. Me puse seria otra vez.

Sonrió.


Me sentí una cretina, pero saqué la cámara. Me había vencido.

Esperé a que la otra entrara.

No me animé en la primera vuelta.

Esperé a que entrara de nuevo.

Ahí le saqué una foto.

Le estiré la mano y retrocedió.


La otra volvió a salir. Le sonreí a las dos.

La otra me sonrió e hizo un gesto.

Entraron.


Y yo me sentí con la crueldad de la gente de mierda que saca fotos a escondidas en el zoológico, enfocando para que las mulas salgan junto a los nenes.