miércoles, 24 de diciembre de 2008
La navidad será peronista, o no será nada...
miércoles, 10 de diciembre de 2008
10/12
puta, la puta que se vuelve
madre y así
se vuelve accesible
al pueblo como
los parques
martes, 9 de diciembre de 2008
Martes
Con un calor insoportable y 2 miserables horas de sueño en el cuerpo, hacía lo que podía con mi humanidad por Carlos Pellegrini hasta que me topé con una campaña de afiches del PS.
Miro de refilón el contenido y descubro algo así como "Macri, igual de inútil que Ibarra"...firmado por ¿el progresismo serio que crece?
Me paro en seco y leo el afiche completo, teniendo en cuenta morderme el labio inferior y negar con la cabeza en actitud de "que boludos estos pibes" para que a nadie se le ocurra pensar que ese afiche me decidió a sumarme a las filas del progresismo serio (lo del hombre carbono es una gorilada pero para qué tentar, ¿no?)
El progre porteño, ¿es antiibarrista? ¿desde cuándo? ¿inútil? ¿el progresismo porteño define a Ibarra como inútil? ¿cuándo se resolvió la discusión por cromagnon? ¿y si se resolvió, se resolvió en términos de inutilidad?
Ibarra, Macri, Progresismo, Seriedad y Socialismo. Todo junto.
Definitivamente, el PS me confunde.
la superación de la culpa cristiana
...evidentemente, entre compañeros, hay argumentos más que convincentes...
lunes, 8 de diciembre de 2008
En sí y para sí
te adoramos, glorificamos,
te damos gracias, te damos gracias,
gracias Perón"
un día una se levanta y se da cuenta que del nacionalismo católico al peronismo revolucionario hay...5 letras.
viernes, 21 de noviembre de 2008
La construcción del consenso y la participación democrática en la política universitaria
"...los odiaba, a uno de ellos, una vez, lo agarré y le dije:
- ¿viste esas dos minitas que están ahi?¿son compañeras tuyas, no? Bueno, a esas las voy a ganar, y esa, además, me la voy a cojer y vos, me vas a ver por los pasillos."
Si no fuese porque el autor de la frase es un gran y viejo amigo, diría que el PTS hace política como Pomelo.
jueves, 30 de octubre de 2008
Feliz Navidad
Antipopular, las pelotas.
Un gato rabioso
al antirrábico
y me mordió
dijo que me quería
eso era mentira..."
No hay que volver complicado lo que es bien sencillo...
hay que escuchar más a Los Brujos, y dejarse de hinchar las pelotas.
martes, 11 de marzo de 2008
Me caigo de la historia, me subo de nuevo.
UNA MUJER DE LAS NUESTRAS: VICTORIA WALSH
Por Rodolfo Walsh
Carta a mis Amigos.
(Texto Completo)
Hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi hija, María Victoria, después de un combate con fuerzas del Ejército. Sé que aquéllos que la conocieron la han llorado.
Otros, que han sido mis amigos o me han conocido de lejos, hubieran querido hacerme llegar una voz de consuelo.
Me dirijo a ellos para agradecerles pero también para explicarles cómo murió Vicki y por qué murió.
El comunicado del Ejército que publicaron los diarios no difiere demasiado, en esta oportunidad, de los hechos.
Efectivamente, Vicki era oficial 2° de la Organización Montoneros, responsable de la prensa sindical, y su nombre de guerra era Hilda.
Efectivamente estaba reunida ese día con cuatro miembros de la Secretaría Política que combatieron y murieron como ella.
La forma en que ingresó a Montoneros no la conozco en detalle.
A los 22 años, edad de su posible ingreso, se distinguía por decisiones firmes y claras. Por esa época comenzó a trabajar en diario "La Opinión" y en un tiempo muy breve se convirtió en periodista.
El periodismo en sí no le interesaba. Sus compañeros la eligieron delegada sindical. Cómo tal debió enfrentar en un conflicto difícil al director del diario, Jacobo Timerman, a quien despreciaba profundamente.
El conflicto se perdió y cuando Timerman empezó a denunciar como guerrilleros a sus propios periodistas, ella pidió licencia y no volvió más.
Fue a militar a una villa miseria. Era su primer contacto con la pobreza extrema en cuyo nombre combatía.
Salió de esa experiencia convertida a un ascetismo que impresionaba. Su marido, Emiliano Costa, fue detenido a principios de 1975 y no lo vio más. La hija de ambos nació poco después.
El último año de vida de mi hija fue muy duro.
El sentido del deber la llevó a relegar toda satisfacción individual, a empeñarse mucho más allá de sus fuerzas físicas.
Como tantos muchachos que repentinamente se volvieron adultos, anduvo a los saltos, huyendo de casa en casa.
No se quejaba, sólo su sonrisa se volvía más desvaída.
En las últimas semanas varios de sus compañeros fueron muertos: no pudo detenerse a llorarIos.
La embargaba una terrible urgencia por crear medios de comunicación en el frente sindical que era su responsabilidad.
Nos veíamos una vez por semana, cada quince días. Eran entrevistas cortas, caminando por la calle, quizá diez minutos en el banco de una plaza.
Hacíamos planes para vivir juntos, para tener una casa donde hablar, recordar, estar juntos en silencio.
Presentíamos, sin embargo que eso no iba a ocurrir, que uno de esos fugaces encuentros iba a ser el último, y nos despedíamos simulando valor, consolándonos de la anticipada pérdida.
Mi hija no estaba dispuesta a entregarse con vida.
Era una decisión madurada, razonada.
Conocía, por infinidad de testimonios, el trato que dispensan los militares y marinos a quienes tienen la desgracia de caer prisioneros: el despellejamiento en vida, la mutilación de miembros, la tortura sin límite en el tiempo ni en el método, que procura al mismo tiempo la degradación moral, la delación.
Sabía perfectamente que en una guerra de esas características, el pecado no era no hablar, sino caer.
Llevaba siempre encima una pastilla de cianuro, la misma con que se mató nuestro amigo Paco Urondo, con la que tantos otros han obtenido una última victoria sobre la barbarie.
El 28 de setiembre, cuando entró en la casa de la calle Corro, cumplía 26 años. Llevaba en brazos a su hija porque a último momento no encontró con quién dejada. Se acostó con ella, en camisón. Usaba unos absurdos camisones blancos que siempre le quedaban grandes.
A las siete del 29 la despertaron los altavoces del Ejército, los primeros tiros. Siguiendo el plan de defensa acordado, subió a la terraza con el secretario político, Molina, mientras Coronel, Salame y Beltrán respondían al fuego desde la planta baja.
He visto la escena con sus ojos: la terraza sobre las casas bajas, el cielo amanecido, y el cerco. El cerco de 150 hombres, los FAP emplazados, el tanque. Me ha llegado el testimonio de uno de esos hombres, un conscripto.
"El combate duró más de una hora y media. Un hombre y una muchacha tiraban desde arriba. Nos llamó la atención la muchacha porque cada vez que tiraba una ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía."
He tratado de entender esa risa. La metralleta era una Halcón y mi hija nunca había tirado con ella, aunque conociera su manejo por las clases de instrucción.
Las cosas nuevas, sorprendentes, siempre la hicieron reír.
Sin duda era nuevo y sorprendente para ella que ante una simple pulsación del dedo brotara una ráfaga y que ante esa ráfaga 150 hombres se zambulleran sobre los adoquines, empezando por el coronel Roualdes, jefe del operativo.
A los camiones y el tanque se sumó un helicóptero que giraba alrededor de la terraza, contenido por el fuego. "De pronto, dice el soldado, hubo un silencio.
La muchacha dejó la metralleta, se asomó de pie sobre el parapeto y abrió los brazos. Dejamos de tirar sin que nadie lo ordenara y pudimos verla bien.
Era flaquita, tenía el pelo corto y estaba en camisón. Empezó a hablamos en voz alta pero muy tranquila. No recuerdo todo lo que dijo.
'Ustedes no nos matan' dijo el hombre 'nosotros elegimos morir'. Entonces se llevaron una pistola a la sien y se mataron enfrente de todos nosotros."
Abajo ya no había resistencia. El coronel abrió la puerta y tiró dos granadas. Después entraron los oficiales.
Encontraron a una nena de algo más de un año, sentadita en una cama, y cinco cadáveres.
En el tiempo transcurrido he reflexionado sobre esa muerte. Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino. La respuesta brota de lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado.
Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella: vivió para otros, y esos otros son millones.
Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy yo quien renace de ella.
Esto es lo que quería decir a mis amigos y lo que desearía de ellos es que lo transmitieran a otros por los medios que su bondad les dicte.
Rodolfo Walsh
(Diciembre de 1976)
viernes, 7 de marzo de 2008
Línea B. Viernes. 9 de la mañana.
sábado, 2 de febrero de 2008
Mea culpa
"Ailín, suelo recordar muy bien lo que leo. Hoy al ver que inauguraste blog, no pude menos que recordar el mail que me escribiste cuando te hice un convite al que por entonces tenìa.
El mail, los guardo todos, es del lunes, 13 de noviembre de 2006 03:39:40 p.m. Decias lo siguiente:
¡No! Caer en el blog, escoria de la pseudo-intelectualidad literaria con pretensiones políticas...
Me cago en el blog y los pseudónimos. Yo abandoné la autobiografía y el hedonismo. Ya castigé a los que lo merecieron. Hoy, estoy laburando en mis dos primeros poemas peronistas.
Inevitable, vuelvo y vuelvo a la autobiografía.
Saludos,
Ailín (mapuche, como el santo perfil indio del prócer)"
Leo: gracias por recordarme lo pelotuda y soberbia que me puedo poner, y por rogarme que afloje en el evitismo militante.
Mea culpa, Leo, mea massima culpa.
Ocupación: servicios de justicia
El problema: las condiciones de salubridad de los cartoneros.
Pienso en Gaby y su crítica más dura hacia mi discurso. El tilde de facho a Macri es trosko.
La cuestión semiótica me resulta apasionante. Necesito elaborarla y deshacerme de la terminología facilista del socialata.
Gaby tiene razón, pero me sonrío igual pensando en la solución de fondo / final.
Pienso la tríada encadenada: cartoneros - salubridad - seguridad. Ejes de campaña: la justicia social es asistencialismo, el asistencialismo deriva en clientelismo. El clientelismo es el PJ y el neoliberalismo Pro es la redención.
Me sonrío de nuevo: son tan explícitos.
No puedo evitarlo, mi posición política es de adolescente punk: el Gobierno de la Ciudad me tiene podrida, pero más, mucho más, me hartan los porteños.